Legado de Lucio Muñoz

Lucio Muñoz (Madrid, España, 1929-1998) comenzó a asistir a clases de dibujo en el Centro de Instrucción Comercial de Madrid y en 1949 se matriculó en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, donde obtuvo brillantes resultados académicos. En 1954 finalizó sus estudios y en el viaje de fin de curso conoció a la que sería su esposa, la también pintora Amalia Avia, con la que se casó en 1960. En la Escuela fue discípulo de Eduardo Chicharro y, además de a su mujer, tuvo como compañeros a Antonio López, a los hermanos Julio y Francisco López Hernández y a Carmen Laffón, todos ellos importantes representantes del realismo figurativo en España, corriente muy alejada de la seguida por Lucio Muñoz.

En 1955 expuso en las salas de la Dirección General de Bellas Artes de Madrid junto a Antonio López y a los hermanos López Hernández. Al año siguiente, recibió una beca del Gobierno francés y pasó un año en París, ciudad en la que se encontró con la corriente informalista, denominada en ese momento “Art Autre”, cuyos más conocidos representantes eran Dubuffet, Fautrier, Wols o Tàpies. Si en sus primeros momentos creativos coqueteó con el Cubismo, pasó, más adelante, en 1958, a trabajar con el propio soporte, aplicando raspaduras, erosiones e, incluso, fuego al tablero, consiguiendo de esta forma que el propio soporte aportase una importante traza al resultado final; la impronta obtenida por la manipulación del tablero daría una huella definitiva a la obra resultante. Una preparación más propia del quehacer escultórico, con el empleo de gubias y formones que daban forma al tablero, era el comienzo del “cuadro” final.

Tras exponer individualmente en el Ateneo madrileño (1958), su presencia en importantes citas internacionales se hizo continua y participó en la Bienal de São Paulo (1959), Bienal de Venecia (1960), la Documenta de Kassel (1972) o la feria de Basilea (1973). Su presencia también se hizo extensiva a América, donde expuso repetidamente en la galería Bonino de Buenos Aires (1960), en la Joachim Gallery de Chicago (1961) o en la Staempfli de Nueva York (1962). Desde 1964 colaboró intensamente con la galerista Juana Mordó y en 1991 firmó, en exclusiva, con la galería Marlborough.

Un hito fundamental en su carrera se produjo al ganar el concurso para la realización del monumental retablo para la Basílica de Aránzazu (1962), proyecto esencial para el arranque del arte contemporáneo español y en el que confluyeron los talentos de artistas como Sáenz de Oiza, Oteiza, Chillida o Basterrechea. Lucio Muñoz realizó, en colaboración con el escultor Julio López y con el pintor Joaquín Ramos, un sobrecogedor retablo de seiscientos metros cuadrados. A este monumental proyecto siguieron otros murales, como el realizado para el aeropuerto de Mahón (1969), la techumbre para la Casa del Cordón en Burgos (1986) o el mural para el Mundial de Fútbol encargado para el Aeropuerto de Barajas (1982).

Su obra está presente en relevantes colecciones públicas y privadas de todo el mundo: Bibliothèque Nationale, París; British Museum, Londres; Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid; Fundación Juan March, Madrid; Göteborgs Konstmuseum, Gotemburgo; Museo de Bellas Artes, Buenos Aires; Museo Patio Herreriano, Valladolid; Museos Vaticanos, Roma; Stedelijt Museum, Ámsterdam; y Tate Gallery, Londres, entre muchas otras.

Lucio Muñoz falleció en su ciudad natal el 24 de mayo de 1998, cuando acababa de finalizar el gran mural que preside el pleno de la Asamblea de Madrid.